Las comunidades indígenas, guardianas ancestrales de la naturaleza, se encuentran en la primera línea de la crisis climática. El cambio climático está intensificando fenómenos meteorológicos extremos, erosionando sus territorios y poniendo en riesgo sus modos de vida tradicionales.
Los pueblos indígenas, que han vivido en armonía con el medio ambiente durante siglos, están experimentando de manera desproporcionada los efectos del cambio climático. El aumento del nivel del mar amenaza sus islas y costas, mientras que las sequías prolongadas y las inundaciones devastan sus tierras de cultivo. Además, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas están socavando sus sistemas de conocimiento tradicional y sus medios de subsistencia.
A pesar de ser los menos responsables de la crisis climática, los pueblos indígenas son quienes más sufren sus consecuencias. Sus voces, históricamente marginadas, deben ser escuchadas y consideradas en la toma de decisiones a nivel global. Es fundamental reconocer sus conocimientos tradicionales y sus derechos territoriales para encontrar soluciones justas y equitativas a esta crisis.
La crisis climática representa una amenaza existencial para los pueblos indígenas. Es imperativo que la comunidad internacional apoye sus esfuerzos de adaptación y mitigación, y que reconozca su papel fundamental en la construcción de un futuro sostenible.